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domingo, 20 de julio de 2014

Celebacion 200 años

BICENTENARIO

Bicentenario marista

Mensaje del H. Emili Turú, SG

Era el 2 de enero de 1817. Marcelino Champagnat entra en esta casa con dos jóvenes. Su sueño es que ellos y en el futuro muchos más, lleven el Evangelio a los niños y jóvenes más necesitados. Es lo que consideramos la fecha fundacional del Instituto Marista.

Haz Clik aquí :http://www.youtube.com/watch?v=ouyaFhp-Zhc

El próximo 2 de enero de 2017 se cumplirán dos siglos de este acontecimiento. Será un hermoso momento para recordar, con corazón agradecido, todo el bien que el Espíritu Santo ha llevado a cabo en la Iglesia y en el mundo a través del Instituto marista.
A lo largo de esos 200 años, muchas generaciones de niños y jóvenes se han beneficiado de la educación marista en los cinco continentes.
Esta celebración nos ofrecerá también la posibilidad de pedir perdón por nuestras infidelidades. Igualmente, por las veces que no hemos servido de manera adecuada a los niños y jóvenes que nos han sido confiados.
Pero sobre todo tiene que ser un momento de proyección hacia el tercer centenario marista.
Una hermosísima oportunidad para UN NUEVO COMIENZO.
Maristas 2017
UN NUEVO COMIENZO
 
Sí. Estamos invitados a un nuevo comienzo.
Como el que tuvo lugar cuando el P. Champagnat se trasladó desde la casa de La Valla hasta este valle para iniciar la audaz aventura de construir esta casa. Quería dar una mejor respuesta a las necesidades del momento. Hacía pocos años que todo había iniciado, y ya se vieron en la necesidad de afrontar un nuevo comienzo.
En esta habitación del P. Champagnat en l’Hermitage, miremos hacia atrás. Nos daremos cuenta de que esa necesidad de empezar de nuevo ha sido una constante en el Instituto Marista. Nuevas circunstancias históricas, sociales o incluso internas nos obligaron a ser profundamente creativos; nos cuestionaron sobre cómo había que responder a las nuevas necesidades.
Han sido muchos nuevos comienzos, antes del que ahora, en este inicio del siglo XXI, estamos invitados a vivir.
Hoy esta casa se nos presenta como un símbolo elocuente de esta necesaria adaptación a nuevos tiempos y a nuevas necesidades.
Hemos tratado de conservar fielmente los recuerdos esenciales del P. Champagnat y delos primeros hermanos.
Sin embargo, ha habido que destruir lo que ya no servía, adaptar algunos espacios que resultaban inadecuados, y también construir algunas partes totalmente nuevas, según las exigencias del momento actual.
En nuestro camino hacia 2017, el mismo P. Champagnat nos invita a un nuevo comienzo. Y esto requiere el compromiso y la colaboración de todos.
Pedagógicamente, vamos a recorrer este camino guiados por 3 iconos maristas.
Tres iconos que nos recuerdan aspectos esenciales de nuestra vida y misión.
Tres dimensiones que probablemente marcarán la vida marista en nuestro próximo futuro:

§ en primer lugar, un enfoque más claro y decidido de nuestra misión hacia los niños y jóvenes que están en los márgenes;
§ en segundo lugar, la respuesta del Instituto ante la clara emergencia del laicado marista;
§ y, finalmente, una atención esmerada a la dimensión mística de nuestras vidas.

Por otra parte, y a lo largo de esos tres años, estamos invitados a participar plenamente en el proceso de revisión de nuestras Constituciones. Nos lo pidió nuestro último Capítulo general, como un medio para ayudarnos a revitalizar nuestra vocación.
Para inspirarnos en este delicado trabajo, miremos al H. Francisco, que reposa en esta iglesia de l’Hermitage, y que vivió desde los 10 años al lado de Marcelino, a quien amaba profundamente, como se deja traslucir en sus escritos y, por supuesto, en su vida.
El 6 de junio de 1840 muere nuestro fundador. Fue el H. Francisco, como primer Superior general, quien comunicó al Instituto esa triste noticia. Dice: Nos corresponde a nosotros ahora, recoger y seguir con atención sus últimas y tan impactantes enseñanzas; hacerlas revivir en cada uno de nosotros, imitando las virtudes que admiramos en él y, más que nunca, estrecharnos en torno a nuestra buena y tierna Madre.
Sí, como decía el H. Francisco, nos corresponde ahora a nosotros, a cada uno de nosotros, ofrecer nuestra mejor aportación para el futuro del Instituto. Una buena manera será participando plenamente en esa revisión de las Constituciones, aplicación del Evangelio a nuestras vidas.

Año Montagne
Octubre 2014 – Julio 2015
Me encuentro en Les Palais, a unos 6 o 7 quilómetros de La Valla. Hasta este lugar, quizás en un día lluvioso y con niebla como éste, se desplazó el P. Champagnat, para atender al joven moribundo de la familia Montagne.
Este encuentro con el joven Montagne fue un acontecimiento que marcó profundamente la vida del P. Champagnat y ciertamente provocó el nacimiento del Instituto Marista.
El 28 de octubre de 2014, aniversario del encuentro del P. Champagnat con el joven Montagne, daremos inicio al año MONTAGNE. Coincidirá con la celebración del año de la vida consagrada en toda la Iglesia.
Este primer icono nos acompañará hasta julio de 2015. Será un recuerdo de la importancia y la urgencia de nuestra misión, tan actual hoy como en tiempos del P. Champagnat.
Inspirados por nuestro Fundador, que se desplazó desde La Valla hasta este lugar caminando durante varias horas, también nosotros nos sentimos llamados a ponernos en camino al encuentro de los jóvenes Montagne de hoy, allí donde se encuentran.
En nuestros oídos resuena la insistente llamada del Papa Francisco a salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio(EG 20). En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (49) nos dice:
Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.
Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: « ¡Dadles vosotros de comer! » (Mc 6,37).
¿Qué ardía en el corazón del P. Champagnat, en su camino de regreso a La Valla, después de haber encontrado al joven Montagne? ¿Qué latía en su interior, que le llevó a fundar el Instituto pocos meses después? Preguntémonos: ¿No es este mismo camino el que ahora estamos llamados a rehacer, dejándonos interpelar profundamente por la situación de los jóvenes Montagne de hoy?

Año Fourvière
Julio 2015 – Julio 2016
El 23 de julio de 1816, al día siguiente de su ordenación, un grupo de jóvenes sacerdotes, llenos de ilusión, se encamina hacia el Santuario de Fourvière, en Lyon.
A los pies de Nuestra Señora, en la capilla pequeña que tengo detrás, hacen su promesa de constituir la Sociedad de María.
En 2016 celebraremos los 200 años de esa promesa. Por eso, el segundo año, desde julio 2015 hasta julio 2016, nos presidirá el icono de Fourvière.
Desde el inicio, los primeros maristas imaginan la Sociedad de María como un gran árbol con diferentes ramas: religiosos sacerdotes, religiosos hermanos, religiosas y laicos.
El proyecto no obtuvo el reconocimiento eclesial en aquel entonces; quizás la coyuntura histórica no era la adecuada.
Hoy día, las circunstancias son muy distintas. Reconocemos con agradecimiento que el Espíritu Santo ha hecho florecer entre nosotros la vocación laical marista. Miles de laicos y laicas de todo el mundo se sienten llamados a vivir el evangelio a la manera de María, según la tradición del P. Champagnat y de los primeros hermanos.
Los orígenes de la Sociedad de María nos recuerdan que religiosos y laicos estamos asociados para la misión, y llamados a ofrecer el rostro mariano de la Iglesia, con nuestra manera peculiar de ser y de construir Iglesia.
Nuestro último Capítulo general nos invitaba a una nueva relación entre hermanos y laicos, para servir mejor a la apasionante misión que la Iglesia nos confía.
El mismo Capítulo decía: Contemplamos nuestro futuro marista como una comunión de personas en el carisma de Champagnat. Permanecemos, pues, abiertos a la creatividad del Espíritu Santo, que nos puede llevar, quizás, por caminos totalmente insospechados.

Año La Vallá
Agosto 2016 – Agosto 2017
La casa de La Valla será el icono que orientará nuestro tercer año, desde agosto de 2016 hasta agosto de 2017. La celebración central, como es fácil de imaginar, será en torno al 2 de enero, cuando cumpliremos 200 años de nuestra fundación.
Esta casa, recién renovada, consta de 3 pisos. Cada uno de ellos tiene un simbolismo, que podemos asociar con los tres años de preparación al bicentenario.
Nos encontramos en el piso superior. Nos viene a la memoria la comunidad apostólica, reunida también en el piso alto el día de Pentecostés. Se trata, en efecto, del espacio de la misión: Id y haced discípulos por todo el mundo… Un lugar amplio, luminoso, abierto al mundo.
Nos recuerda el año Montagne, y la llamada a ir hacia las fronteras y los márgenes.
En la planta baja se encuentra la famosa mesa de nuestros orígenes, que representa el símbolo de la fraternidad. En torno a esta mesa se sentaron el P. Champagnat y los primeros hermanos. Hoy esta mesa se ve enriquecida con la presencia no sólo de hermanos, sino también de laicos y laicas maristas, llamados a construir una Iglesia de rostro mariano.
Es el icono del segundo año, el año Fourvière: asociados para la misión marista.
El tercer año, que será de preparación inmediata al XXII Capítulo general, quiere concentrarse más en esta parte de la casa que hasta hace poco ha permanecido oculta a los visitantes.
Es un pequeño espacio en el subsuelo, al cual hay que descender. Simboliza ese espacio interior en que cada uno de nosotros es habitado por el Misterio. Es el espacio de la interioridad, de la dimensión mística de nuestras vidas.
Sabemos que el compromiso con el crecimiento espiritual era algo fundamental para el P. Champagnat: su profundo espíritu de fe le hacía vivir la presencia de Dios con toda naturalidad ya fuera en los bosques de l’Hermitage o en las ruidosas calles de París.
Vivir como él, supone cultivar el silencio, dar tiempos suficientes a la oración personal y comunitaria, ponerse a la escucha de la Palabra del Señor, como María de la anunciación.
Como Ella, que guardaba y meditaba todas las cosas en su corazón, intentamos ser contemplativos en la acción.

Queridos Maristas de Champagnat,
Tenemos por delante tres años para celebrar, en espíritu de fe, nuestro bicentenario: el año Montagne, el año Fourvière, el año La Valla.
Creo que este mural, que se encuentra en la capilla de la comunidad de l’Hermitage, podría resumir el espíritu de estos tres años.
En primer lugar, el año Montagne. Estamos invitados a ser Jesús para los Montagne de hoy, a acompañarles con ternura y delicadeza en su camino.
En segundo lugar, el año Fourvière. Asociados para la misión. Es decir, asociados en torno a la figura de Jesús. Por una parte, sin mirar para atrás, ni siendo tampoco aquellos que se separan de Jesús y van a su aire.
Y en tercer lugar, la sugerencia del año La Valla. Esa invitación a cultivar la dimensión mística de nuestras vidas: el encuentro con Jesús, pan de vida, para que también nosotros podamos contagiar vida en plenitud a nuestro alrededor.
Ojalá que todos, cada uno desde su propia responsabilidad, ayudemos a la aurora a nacer, la aurora de un Instituto marista renovado.
Sólo el compromiso de todos hará posible UN NUEVO COMIENZO.
 
Contamos además, con la ayuda, con la ternura, con el cuidado de María nuestra buena Madre. Que Ella sea nuestra inspiración y nuestra bendición.

Hermano Emili Turú, S.G.

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