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lunes, 3 de diciembre de 2012

Mensaje del Hno. Hipólito Pérez, provincial, a las comunidades maristas de la provincia


Humanizar nuestras comunidades
(Léase Fraternidades)

(Mensaje del Hno. Hipólito Pérez, provincial, a las comunidades maristas de la provincia).

J.M.J.Ch. 02 de diciembre de 2012

Estimado Hermano:
Un saludo fraterno con los mejores deseos de vida y comunión en Jesús y Nuestra Buena Madre.
Hoy estamos iniciando el tiempo de Adviento y en camino de preparación hacia la celebración mariana de la Inmaculada. Teniendo como horizonte estos dos acontecimientos, considero que es momento oportuno para que acojas con gozo el don de tu comunidad para el próximo año.

Comunidades a ritmo de Adviento1
Cf. Espeja, Jesús. Oyentes de la Palabra.
Cf. Vanier, Jean. Llamados a vivir juntos tal como somos.

Comenzamos el año litúrgico. Lógicamente con un tiempo de apertura y esperanza. Alguien está viniendo y debemos abrir la puerta para que entre. Nuestra espera nos orienta hacia la Navidad; que nos abramos, que nos preparemos a la llegada de este acontecimiento, que se actualiza siempre que los seres humanos dejamos que Dios - amor inesperado y gratuito – irrumpa en nuestras vidas y las transforme.

El Adviento suscita en nosotros mirar confiadamente al provenir, el coraje de futuro, alegría de que nuestros anhelos de felicidad no caerán en el vacío. Llamados a ser más de lo que somos.
La espera de un futuro nos constituye y, cuando miramos ese futuro confiadamente, la espera madura en esperanza.
Que el Adviento despierte en nosotros, un año más, los deseos de renovar nuestra vida comunitaria; la esperanza y la confianza de que es posible generar vida nueva en nosotros y en nuestras comunidades.

Llamados a vivir juntos tal como somos2

Hemos vivido este año el retiro en comunidad y somos conscientes de la necesidad de humanizar nuestra experiencia comunitaria. Les comparto estos extractos de Jean Vanier – profeta de comunión - invitándonos a acoger el don que Dios nos hace por medio de nuestros hermanos y la posibilidad de crecer en humanidad.

 En las comunidades, parece que Dios se complace en hacer vivir juntas a personas humanamente muy distintas, que proceden de culturas, clases y países muy diferentes. Las comunidades más hermosas lo son justamente por esa gran diversidad de personas y temperamentos, lo que obliga a cada uno a saltar por encima de sus simpatías o antipatías para querer al otro con sus diferencias.

 Esas personas nunca hubieran escogido vivir con las otras. Humanamente parece un desafío imposible, pero eso es precisamente lo que les da la certeza de que ha sido Dios quien les ha elegido para vivir en esa comunidad. Lo imposible se convierte entonces en posible. Esas personas no se apoyan en sus propias capacidades humanas o en sus simpatías sino en el Padre que les ha convocado a vivir juntas y que poco a poco les dará un corazón nuevo y un espíritu nuevo para que sean testigos del amor.
En efecto, cuanto más humanamente imposible sea, más aparecerá como un signo de que el amor viene de Dios y de que Jesús sigue vivo. En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se tienen amor los unos a los otros (Jn. 13, 35).


 No hay que buscar la comunidad ideal. Se trata de amar a los que Dios ha puesto a nuestro lado hoy; ellos son signos de la presencia de Dios para nosotros. Nosotros hubiéramos querido personas distintas, más alegres o más inteligentes, pero ésas son las que Dios nos ha dado, las que ha escogido para nosotros, y es con ellas con quienes debemos crear la unidad y vivir la alianza. Nosotros elegimos a nuestros amigos y no a nuestros hermanos y hermanas: nos han sido dados. Lo mismo ocurre en comunidad.


Construir la comunidad desde los pequeños detalles de cada día3
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Del Padre Champagnat y de los primeros Hermanos hemos recibido el secreto y la herencia de la Pequeñas Virtudes. Su sentido práctico nos recuerda la importancia vital de los pequeños y diarios gestos de humanidad de cada uno de los miembros de la comunidad para generar un auténtico espíritu de familia, que tanto nos caracteriza.

Cierto día, el Hermano Lorenzo acudió al Padre Champagnat, para manifestarle su inquietud ante la situación vivida en su comunidad, la cual, a pesar de estar formada por buenos religiosos, no conseguía la perfecta unión deseada. El Hno. Lorenzo preguntó: ¿Cuál es la causa de las pequeñas divergencias entre nosotros? ¿Por qué no es perfecta la unión entre Hermanos tan observantes y que trabajan seriamente en su aprovechamiento espiritual?

Marcelino, con su habitual bondad y sabiduría le contestó: Sin la práctica diaria y habitual de las pequeñas virtudes, no puede haber unión perfecta en las casas...
Acogiendo la definición que de esas Pequeñas Virtudes hacía nuestro Padre Fundador, podemos dividirlas en dos grupos:

Las que son practicadas con relación a los otros: La indulgencia, la compasión, la solicitud caritativa, la paciencia, la condescendencia, la disimulación caritativa.
Las que tienen que ver con la formación del propio carácter y que, en consecuencia, influyen en la vida comunitaria: La santa alegría, la flexibilidad de ánimo, la afabilidad, la urbanidad y cortesía, el interés por el bien común, la igualdad de ánimo y de carácter.

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